Atados al paso del tiempo
Encadenados vamos al paso del tiempo
como si fueras los minutos de mis horas,
tan ceñidos a su pasado movimiento,
pero tan adentro del inagotable ahora
que desintegra presentes que perdemos,
que crea anhelos entre otras tantas cosas.
Ambos aferrados al origen de ese sueño,
a su calendario, a su riesgo, a su fuga,
a la espera taciturna que su lejanía deja
en los brazos erguidos que se buscan,
para dar el abrazo que exige el afán del cuerpo
y eclipsar a dos almas que se adoran.
Estamos atados a través del viento,
en este sostenido caminar a solas,
cada vez que me roza la caricia de tu nombre
y nos atrapa como a sus amarillas hojas,
y temblamos, otra vez, los dos estrechos
entre una recua inacabable de memorias;
el gesto noble que libera el adusto invierno,
para que busquemos el calor que en los dos reposa
y convertido en fuego pase a nuestras manos
como palabras ardorosas del idioma,
como legibles voces del silencio.