Fragmentos
Es la herencia anticipada,
tan idéntica aquí y allá,
con sus haberes en el corazón
dando a plazos regalía de fragmentos;
las acumuladas huellas en las venas
sangrando lo que somos,
un lado de temblores sin fin
para la serenidad del cuerpo,
otro de calor para la piel
como vestido de caricias
y una suma de útiles sonrisas
para la boca como atuendo.
Una resta si se trata de tristeza
y un inmanente pozo de lágrimas,
tras los cristales que el dolor empaña,
dejando la espesura húmeda
con las formas de esos caminos
que suelen colgar del pecho.
Un cofre de memorias
para los triunfos y fracasos
y entre sombras o entre luces,
una hilera de recuerdos,
si agonizan como decaídas llamas
o si arrastran con vocación de fuego.
La mirada en vuelo que asciende al alba,
para cada día soltar los sueños
y al fondo un tesoro oculto
de palabras ancestrales,
en un banco de emociones
para dar valor al sentimiento,
que ama con ganas de grandeza
y reparte la ganancia en dividendos
o el que sufre el costo del olvido
y multiplica ayeres en mañanas
para la esperanza de unos huesos.
Y varias monotonías gastadas
para la soledad del alma,
otras posesiones, mitad sonidos,
mitad silencios
y muchas razones con ideas simples,
para argumentar la validez
de lo sistemático y complejo,
pues lo demás es una gran dote
como añadidura que nos da la vida;
es una cosecha de virtudes,
otra de defectos
y el abasto de esas buenas
y malas costumbres,
a las cuales, todos sin morir,
somos herederos…